El nacimiento del Diablo

La justicia es la esperanza de cualquier hombre: él espera que su vida tenga un sentido, una ecuánime recompensa para un camino de penurias y de destino sellado, que los malos paguen sus terribles acciones, que los buenos sean recompensados. La justicia es la mayor invención del hombre, una fabula vital (nos ayuda a vivir); Dios es la consecuencia de intentar justificar esa invención tan sobrenatural. Así lo piensan quienes adhieren a esta religión secular.
El verdadero nombre de Dios es Justicia y el hombre se esfuerza por encontrar su expresión en lo terrenal (moral, jueces, leyes son alguna de sus expresiones) y lo sobrenatural (pecado y redención son sus expresiones más notables).
Durante toda la historia se blasfemó su nombre. Se usó su nombre para intereses mezquinos. El desgaste fue tal que nadie cree en ella hoy día, pero , he aquí el problema, el hombre la sigue necesitando para vivir porque en ella redice el alma colectiva, el impulso vital, la razón última de nuestra vida terrenal.
Nos asfixiamos sin justicia, nos falta el aire, nos abruma el mal del mundo, entonces nuestra alma perdida opta por hacer la justicia y como la justicia es un inventó colectivo y nuestro intento de hacer justicia es individual, lo hacemos mal y hacer mal justicia es hacer injusticia. Así es como el hombre crea al Diablo, intentando crear a Dios.