Leyó estas palabras: “-El invierno fue hecho para ir a la guerra, combatir y convertirse en hombre; el verano para fornicar, divertirse e intoxicarse; la primavera para creer en las ilusorias mentiras de los poetas y los filósofos; el otoño sobra, esta demás, es un residuo de las pasiones. El otoño sirve para que los burgueses se quejen, para que el poeta se vuelva melancólicamente estúpido y para que el guerrero se enorgullezca de mezquinas victorias. Nada grande crece en el otoño.-Dijo un anciano que resulté ser yo en el otoño de mis días.”
Le respondí: -“Tirá ese texto a la basura. Sobre las estaciones no hay más nada que decir. Todo ya fue dicho. Además con el cambio climático ya nadie las distingue”
Nota: el presente texto fue originalmente publicado el 30 de septiembre en medium.com. Y aunque sigo dudando sobre la pertinencia de sumarlo a este espacio virtual, lo hago de todas formas influenciado por mi propia debilidad.