Durante mis años de juventud pensé que internet sería la forma de libertad mas perfecta, un espacio donde nos libraríamos del sujeto, del nombre, de la historia, clase social y de todas las demás ficciones que estorban para pasar a interpretar objetivamente la realidad, y aprenderíamos a juzgar a las personas por su contenido, por lo que pueden dar, por lo que realmente son.
Internet, según mi perspectiva de entonces, nos desnudaría y expondría nuestras almas.
Hoy reconozco haber estado equivocado. Internet no se convirtió en un espacio de libertad sino de opresión. Un lugar ineludible.
Y nuestra almas, que efectivamente estan desnudas porque exponen emociones y sentimientos, se encuentran cada vez mas permeables a la influencia de algoritmos que nos impulsan a exponernos cada vez mas, a revelar cada vez mas quienes somos, fuimos y deseamos ser, que pensamos sobre tal o cual cosa, que sentimos frente a cierto estimulo, que compramos y que no.
Somos más auténticos en internet porque nos muestra redundantes y prescindible: somos fundamentalmente especie, no individuos y actuamos como tal y eso es decepcionante para nuestro inflamado ego. ¿Será internet la cuarta herida narcisista?: La primer herida, según mis clases de psicología en el CBC, fue la que la tierra no era el centro del universo, la segunda herida narcisista fue la tesis de Darwin de que el hombre no es un ser especial sino el resultado de un proceso evolutivo y la tercera herida narcisista fue el descubrimiento del inconsciente, que no somos totalmente dueños de nuestras acciones y/o pensamientos. .
Internet no solo subraya nuestro caracter de especie (expresado en la segunda herida narcisista) sino que termina de destruir al sujeto (que la tercera herida narcisista ya le había asestado un golpe mortal).
Hace mucho escribí: “Al final del día, y al final de nuestros días, solo seremos un contenido virtual, unos y ceros en el ciberespacio o en un disco duro o en la volatilidad de una ram, multiplicados, ampliados, redundantes, y sin embargo seguiremos pensando que somos únicos. Y lo más abstracto, lo menos concreto, lo menos solido estará destinado a permanecer, contradiciendo el sentido común”